sábado, 2 de julio de 2011

En la zona noble del Calderón

"¡El niño! ¡Ahí va el niño! ¡El niño!" Ayer, el niño regresó al Calderón. No era rubio, no era de Fuenlabrada, no llevaba un balón en los pies ni elástica rojiblanca. Y a pesar de ello, el Calderón coreó a su niño.

Sobre un Stadium Race Car, Jaime Algersuari lució el número 1 en un Vicente Calderón convertido en circuito de carreras. Pero esta entrada no es para hablar de Jaime ("el niño", con 21 años) ni de sus espectaculares tiempos, y menos de Dani Sordo, justo vencedor. Tampoco hablaré de Carmen Jordá, que se llevó las mayores ovaciones, ni de Chirs Pfeiffer, con sus exhibiciones sobre las dos ruedas.

El motivo de esta entrada es hablar del asiento 6, situado en la Puerta 52, Sector 344, fila 1. En la tarjeta también pone Palco Vip Norte, con otro VIP en grande (por si hay dudas). Para acceder hasta él hay que atravesar una sala preciosa, no tanto por su decoración como por su contenido.

Se trata del Palco del Estadio Vicente Calderón, un lugar habitualmente ajeno al aficionado pero que, por una noche, se convirtió en el hogar de todos aquellos portadores de tarjeta VIP. Para nuestra sorpresa, muchos de ellos eran niños, y el menú que degustamos parecía pensado específicamente para ellos: perritos calientes, mini hamburguesas, pinchitos de tortilla de patata, nuggets de pollo, croquetas... La comida desparecía de las bandejas casi antes de que las dejaran en la mesa, pero enseguida eran sustituidas por otras llenas. Realmente entiendo que en los partidos tarden en regresar a sus asientos, y si encima el jamón es de jabugo...

Aunque superior a la comida fue, sin duda, el momento de sentarse en el palco. Ese asiento 66 se convierte en el sofá de tu casa, situado frente a un televisor de 105m en auténtico directo. Al mirar el campo es inevitable pensar cómo sería vivir desde ahí un partido de Champions, sintiendo cómo el Calderón te protege y tú eres un espectador de lujo en un asiento privilegiado.

Era una gran experiencia, con la sonrisa tatuada en la cara. La pena fue que los protagonistas fueran coches y no ese partido de Champions, pero la alegría es mayor al poder, por una noche, soñar en la zona noble del Calderón. 


Pd. En cada una de las palabras de esta entrada hay un Gracias escondido a mi tío Juanan, "culpable" de la experiencia.
Pd.1. Un fuerte abrazo a mi primo Kiko, para que se recupere cuanto antes.
Pd.2. Y por último, después de tantas invitaciones al Calderón, pude devolverle la experiencia a Paloma llevándola al único lugar que no había visitado de su estadio.

¡¡¡FELICES VACACIONES!!!

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